
Si con la botella de vino hay que tener cuidado al abrirla, más lo tendremos con este tipo de botellas debido a su alto contenido en gas carbónico que poseen.

Deberemos mover la botella lo menos posible para evitar agitar su contenido y que multiplique el efecto de sus burbujas. Con cuidado retiraremos el envoltorio que suele guardar el sistema de apertura de estas botellas. Una vez retirado este envoltorio procedemos a quitar con sumo cuidado el alambre que sujeta el corcho, siempre controlando que no se nos escape el corcho.

Una vez que hayamos retirado el alambre, sujetaremos el corcho y lo giramos lentamente sin soltarlo de nuestra mano. Una vez abierta, controlando la violenta apertura inicial, seria conveniente tener una copa al lado, pues siempre suele salir un primer borbotón de la bebida, aunque hayamos tratado la botella con mucho cuidado.

Debemos valernos de nuestra propia fuerza y habilidad para quitar el corcho con el mayor cuidado posible. Si no se consume todo el contenido de la botella en ese mismo momento, es mejor que tape de nuevo la botella, para evitar la pérdida de gas. Y mejor, si la guarda en un sitio fresco (la nevera o una cubeta con hielos).

Si tenemos la botella abierta y observamos que ya no tiene “fuerza” gas (que lo ha perdido por cualquier razón) es mejor desechar esa botella y abrir otra.
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